Se
dice que el dinero es lo que mueve al mundo; y lo es a tal grado, que incluso
en las cuestiones religiosas y espirituales, es tema principal.
Muchos
dirán: ¿Y cómo esperas que alguien viva si no obtiene un estipendio o
remuneración por su esfuerzo?
Cosa
difícil es, debatir semejante cosa.
El
dinero es necesario; pero siempre he dicho que tu labor debe ser aquella que te
dé satisfacción, alegría y provecho; y que “El dinero no debe ser la meta, debe
ser la consecuencia”.
Se
han escrito miríadas de textos, en muchos diferentes idiomas tan solo para que
entiendas que el dinero viene en función de tu esfuerzo, pero ninguno te da una
fórmula específica para lograrlo; y es que simple y sencillamente no existe una
receta mágica para hacer dinero de la nada. Si creas algo, incluso un libro
para llamar a la riqueza, entonces podrás comenzar a tenerla. El dinero flota
en el aire, cada persona que se cruza contigo lo posee en mayor o menor grado;
y para obtenerlo de ellos, debes hacer algo que les interese o proporcionarles
algo que necesiten. La certeza en tu desempeño será entonces: encontrar ese “algo”.
Muchos
roban, pues es lo más fácil, otros engañan, timan y mienten para quitar o
arrebatar el dinero a los otros; pocos son aquellos los que en realidad,
ofrecen una alternativa fehaciente a una necesidad, la mayoría te ofrece
paliativos o te dan granos de arena por granos de oro.
De
todo el trabajo que se realiza en el mundo; la creación de alimentos sanos, es
la que a mi gusto genera mayor satisfacción al hombre, pues no solo le permite
al hombre desarrollar la verdad de la creación, si no que lo hace con lo mejor
y más natural que ha puesto Dios en sus manos; pero la derrota aparece, en
cuanto te topas con los procesos de comercialización, coyotes y usureros que
pagan poco y cobran mucho, que inventan mermas y esquilan la calidad para ganar
centavos extras a lo que divinamente les correspondería, roban y amenazan,
espantando a aquellos que buscan hacer un trato justo.
A
muchos conozco que viven en la opulencia heredada de abuelos tiranos y viven
creyendo que sus almas son salvas por ir a misa y dar limosnas menguadas; leen
el Gran Libro y saltan la página en donde se condena hasta la tercera
generación por los pecados cometidos.
Asesinos
y maleantes que atesoran lo hurtado para que sus vástagos crezcan en un lujo
inmerecido, robado a verdaderos seres humanos.
Basura
son, e infortunadamente, como basura se comportan.
Los
verás por las calles en autos caros, pues es lo que les ocupa, vistiendo de
marca y dando la vuelta al pordiosero; personas que solo se reúnen con los
pobres para ver qué les pueden quitar.
Solo
el que tiene sin desearlo da a manos llenas y naturalmente, la riqueza le
persigue y los pobres le quieren y cuidan.
Son
pocos, pero tal vez con sólo esos se pueda salvar esta humanidad condenada por
sí misma.
Saludos.
J M Cabrera
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