Me
da vergüenza; vivir en un lugar en el que se proclama la seguridad y los actos
de los políticos y funcionarios dicen otra cosa.
El
pasado Domingo 13 de Octubre (2013), se registró una balacera en la esquina de
Ejército Mexicano y Rafaél Cuervo, de la colonia Ylang Ylang, en Boca del Río,
Ver (19º 08´26.41” N y 96º 06´50.80”O).
El
sitios se encuentra a 1.5 kilómetros de la 26 Zona militar (83 Batallón de
Infantería) y a 200 metros de la Defensoría Pública Federal. NINGÚN MEDIO dio los
pormenores de la noticia. Se especula entre la gente que trabaja en una
gasolinera anexa y en una tienda de conveniencia, que una camioneta de la
policía llevaba a uno o varios detenidos por narcomenudeo y estaban siendo trasladados
hacia una recinto mejor pertrechado, cuando fueron interceptados (en la
entradita) por un comando fuertemente armado.
El
despliegue (después de los hechos) fue impresionante, durante horas se vieron
helicópteros sobrevolar la zona (por si los atacantes se habían ido a echar un
café por ahí cerca) y se mantuvo la principal vía de Norte a Sur, completamente
bloqueada.
Y
aún así, el gobernini, se las da de que los que difunden la verdad “atacan la
confiabilidad del puerto (conurbado)”.
Me
da vergüenza; ver que el pueblo se distrae fácilmente con un espectáculo tan
comercial como lo es el futbol Sufren y se acongojan porque una selección que
no está interesada en participar en el mundial, no alcanza a cubrir las mínimas
expectativas de una “supuesta” potencia futbolista. O de los empleados de alguna televisora que sorprendida en uno más de sus engaños, trata de llamar a un pueblo que le es ajeno y despreciable, tan solo para engrosar su bolsa y acrecentar su de por sí, despotricada fama.
Me
da vergüenza; ver que nuestro gobierno federal, pensando únicamente en su
sueldo; haga ajustes en el fisco, pensando que la gente que paga impuestos va a
seguir sus planes. Pensando en el traje
nuevo que se van a comprar en cuanto vendan el marranito, cuando aún no han
ordeñado la escuálida vaca, ni han empollado los enclenques pollitos. Un gobierno que piensa que todo seguirá igual, que seguimos siendo el indito sentado bajo el nopal. Un gobierno que no tiene más carácter que el de alguacil de Nottingham, recaudador de impuestos y vendedor de riquezas del reino.
Me
da vergüenza; entender que a pesar de intentar llevar una vida cumpliendo con
lo que manda la legalidad, se vislumbre la certeza de que solo los que viven en
la informalidad; hacen dinero; que hemos regresado al viejo México en el que: “El
que no tranza, no avanza”. Al México de las mega marchas, de los
enfrentamientos entre gobierno y disidentes, mientras que al pueblo se le da un
mal futbol, aderezado con alborotos televisivos y se le niega la información. Me da vergüenza entender que si quiero
algo mejor para mis hijas e hijos, será necesario crear un mundo aparte, un
mundo que no brille, pues el brillo atrae a las ratas y a los tlacuaches, un
mundo que sea de oro o plata forrada de latón. Un mundo en el que solo importe la familia, y los demás, que se rasquen con sus
uñas. ¿México merece esto? Vivir eternamente con el temor del hurto, el robo o
el asesinato, vivir teniendo la certeza de que la policía debe atender a los
manifestantes antes que a tu seguridad, vivir en el conocimiento de que lo que
ganas con tu trabajo no es del todo tuyo, que lo que por nacimiento te mereces por haber nacido en éste país,
se encuentra mercadeado por aquellos que se suponen son tus más caros e ineficientes empleados.
México
debe despertar. Pero no debe hacerlo impulsado por aquellos que pretenden
enarbolar un estandarte e ir gritando por la calle martirizándose (haciéndose
mártir) al proferir que se ha cometido un agravio en su contra y con ello en
contra de todo el pueblo.
México
es poderoso, tiene la facultad de
enderezar a su gobierno. Tan solo es necesario hacer un sacrificio de voluntad;
disminuir el consumo de combustibles, y electricidad, disminuir el consumo de
agua, cambiar nuestros hábitos económicos y abandonar esos micro-vampiros que
merman tu presupuesto. Utilizar al mínimo a la banca y a las grandes
corporaciones que te venden productos de importación.
Cambiar
a tus proveedores externos por proveedores locales. Fortalecer la economía de la zona, comprando a tus vecinos y unirse en un frente común.
“Divide
y vencerás” dice le viejo adagio; y mira que les funciona.
Mantengámonos
unidos o perezcamos en agonía solitaria.
Saludos.
JM
Cabrera.
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