viernes, 2 de noviembre de 2012

EL MIEDO EN NOSOTROS

Recuerdo que cuando era niño, sentía miedo. Era ese miedo a lo desconocido, a lo irreal que emanaba de lo oscuro de mi imaginación, lo que lastimaba mi infancia. Pero, usualmente sólo era por la noche, durante el día, la seguridad se afianzaba con la luz del astro solar, ver lo que nos rodeaba, destruye el miedo, que solo surge ante lo que nuestra imaginación crea y el ojo es incapaz de percibir.
Con los años, los temores a lo desconocido dieron paso a la osadía de la juventud, al valor que da el conocimiento más acertado de lo que nos rodea, al conocimiento ratificable.
Incluso mis amigos, eran capaces de compartir ese valor, los retos de a ver quien salta de más alto, quien se adentra más en la oscuridad, el atrapar el animal más repulsivo, el valor de grupo, que finalmente se manifiesta en el valor individual. Y lo mismo debió pasar con todos, en sus diferentes tenores y localidades, un pueblo valeroso, un país sin miedo.

Sin embargo, ahora, reina el miedo. Este miedo que se ha metido en el fondo de nuestro pensamiento, entre nuestra libertad y nuestros derechos, un miedo mordaz y virulento. Entró tan suavemente que muchos ni siquiera se dieron cuenta, hasta que lo sintieron en los huesos.
Pero ¿De donde ha salido ese miedo?  Ese miedo ha salido de los medios de comunicación. No hay nada más poderoso que un chisme mal intencionado, pero perfectamente dirigido. Muy a pesar nuestro, somos entes sufrientes, animales humanos; dentro de lo más primitivo de nuestro cerebro, se encuentra el “instinto de conservación”, esa respuesta bioquímica hacia el peligro. Se dice que lo que nos hace humanos es la capacidad de pensar y algunas otras cosas, pero lo que nos hace animales es el miedo y otras cosas más.


Ahora bien, al referirme a “medios de comunicación”, no me refiero únicamente a la televisión o al radio, si no a todos lo medios, de los que la población somos responsables.
Hace unas semanas, una serie de mensajes mal intencionados crearon una gran temor en el territorio de la delegación Iztapalapa, mensajes, telefonemas y comentarios verbales entre la población civil mantuvieron tensos a gran número de personas, provocando cierre de negocios y salidas anticipadas en colegios, con el ineludible congestionamiento de varias arterias viales. Pero ¿Por qué pasó todo esto? La respuesta es, por la facilidad para comunicarse entre personas situadas en diferentes lugares. Por ejemplo, a una señora le llaman por teléfono (si no es que a varias) para informarle que alguien comentó que un grupo de facinerosos andan causando destrozos calles abajo, la señora cierra su negocio ante el temor de las pérdidas que esto le podría ocasionar y aprisa se dirige a su casa, en el camino le comunica a alguno de sus vecinos lo que le han dicho, los vecinos que tiene hijos en la escuela, cierran sus negocios o casas y llaman a los chamacos para que se preparen, pues en el momento en que llegue, se suben y se marchan del lugar, los chamacos le avisan al maestro, prefectos y directivos que se tiene que ir, junto con otros 25 niños, esto pone en alerta a los directivos y al informarse del run run, sugieren que aquellos que vivan cerca de la escuela, se dirijan ahí inmediatamente, los muchachos midiendo el riesgo, se llevan algunos de sus amigos a sus casa, al considerar que la escuela es un punto de interés conflictivo (aunque debería ser el más respetado). El resultado es que: cuando llegan los chamacos a sus casas, es un total caos. Y solo ha pasado media hora desde que inició todo.


¿Por qué no es posible controlar el miedo? Pues sencillamente, por que se nos ha convencido de que lo que se diga por medio de un aparato, es verdad. Cuantas veces en comerciales, anuncios e incluso en el mismo medio, ha oído usted frases como “La verdad aunque duela” o “El Noticiero (o periódico o revista) que dice la verdad” y entonces te muestran a una persona que es el encargado de dar las noticias. Persona que entonces relacionamos con la verdad, con “el valor” y comienzan a circular comentarios dentro de los sistemas personales o sociales de que esa persona es un periodista valiente, que lucha en contra de los lineamientos impuestos per el gobierno, mafia, cartel o lo que sea, sin embargo, en realidad no lo hacen, mientras que los que en realidad luchan por decir la verdad, no pueden llegar a los medios nacionales, únicamente se les permite crear conciencia y algo de rebeldía en espacios muy localizados y marginados, lugares de los que usualmente emanan las rebeldías. Mientras que los que en apariencia son buenos periodistas viven bien, los que en realidad lo son, se mantienen pobremente en compañía del pueblo que los aprecia y respeta.
De esta manera, es que la verdad que se nos ha hecho conocer, en realidad podría no serlo tanto. Muchos filósofos han sostenido que “la verdad es relativa”, pues depende de aquel que la diga, la historia nos ha hecho entender que aquel que ha sido vencido termina como el tirano derrotado, mientras que aquel que vence se lleva todo el mérito y la gloria de auto nombrarse el poseedor de la verdad. Es por eso que aquel que posee el poder, puede manipular la verdad que se da a conocer, creando una atmósfera que se convierte en lo real y cotidiano. De esa manera, el miedo que se ha instalado entre nosotros, es creado por los medios de información masivo, y sin embargo es reforzado por los medios de información social y personal, así que, aun si los medios dejaran de emitir noticias alarmantes, nosotros mismos estamos tan acostumbrados a magnificar lo malo, que nos vemos rodeados de mediocridad, y cuando se llega a la cima, se trata de disminuir el triunfo.


El miedo es natural en todo aquello que este vivo, la preservación de la vida, es lo fundamental para la biología animal y pese a todo, somos animales.
Solo necesitamos tener el control de nuestros miedos para salir triunfantes, el problema es que constantemente nos dicen que debemos temer, que hay riesgos, que tenemos que ser violentos, en fin. Nos dicen que debemos mantenernos negativos, sin salida, pero en nosotros está la solución, apartemos la mente de las noticias, de las novelas, de las películas (sobre todo las que nos denigran, pretendiendo darnos a conocer algo que ya sabemos), podemos verlas, pero debemos tomarlos como son, noticias de otros lados, novelas y películas que no son nuestras vidas, tomemos la decisión, al final somos lo que deseamos ser.
Saludos.
J. M. Cabrera



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