miércoles, 17 de septiembre de 2008

A golpe de remo.

Recuerdo que en una ocasión, llegábamos de un día de pesca en el Río Jamapa, de Boca del Río, Ver., la tarde pintaba todo de azul-grisáceo, tome la vereda que llevaba hacia el cuchitril donde se guardaba el equipo y los avíos de pesca, el color del barro claro contrastaba con el oscuro pasto que la delimitaba, unos pasos mas adelante de la mitad del recorrido, vi lo que parecía una vara entre el pasto disperso, de mi brazo izquierdo colgaba un gran rollo de cuerda de 1/2 pulgada, sobre mi hombro derecho y sujeto con la diestra, llevaba un remo de casi un metro ochenta de largo, muy útil ante repentinas fallas de motor, al pasar junto a la supuesta rama, ésta se movió y se recogió sobre si misma -¡Una culebra!- grité a los demás que 



descargaban la lancha, sin pensarlo mucho hice palanca con el hombro y dejé caer el pesado remo sobre la serpiente, el golpe fue certero y suficientemente fuerte para desprenderle la cabeza, los demás llegaron corriendo -¡No mames..., le tumbaste la cabeza de un remazo!-, el mayor de todos, un pescador requemado por el sol agregó -¡ Poderoso es el golpe del remo!

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