miércoles, 23 de mayo de 2012

NO TODOS DEBERÍAN VOTAR


Con respecto al voto, considero que no todos deberían votar. Si bien el poder sufragar es un derecho, está visto que esto ha permitido un sinfín de abusos, pues es en tiempos electorales en los que muchos mexicanos abren sus bolsillos para proveerse de algo del botín otorgado a los diferentes partidos políticos y a los recursos aportados por otras personas de manera muchas veces ilegal.
Creo que sería más conveniente (socialmente) que se instituya un grupo de personas dentro de cada población, colonia o barrio a manera de “consejo de ancianos”. Estas personas de fuerte moral, convocarían a los interesados en votar, a debatir los pros y los contras de cada uno de los candidatos y luego de una serie de reuniones, los dirigentes del grupo entregará el parecer de sus vecinos ante el IFE, de ésta manera se podría ahorrar una gran cantidad de dinero que se malgasta en publicidad y dádivas deshonestas.
Pero ¿Cuál sería el criterio para determinar al votante? Pues simplemente la participación en sus obligaciones sociales, civiles y morales. Todos hemos escuchado la frase “Hay que ganarse el derecho”. Con esto no se trata de tener el pretexto para cobrar impuestos atrasados, o como medida de presión para que la población se ponga al corriente con predial, tenencia, luz, agua o más, se trataría de convertir a todos los mexicanos en “ciudadanos”, en personas seguidoras de la ley.
Claro que para lograr eso sería necesario contar con un México honesto, decente y lleno de consideración, no solo por parte de os votantes, si no de sus gobernantes y dirigentes.






Actualmente se considera que el padrón electoral está constituido por cerca de 71 millones 712 mil 338 personas, de los cuales aproximadamente el 58 % son votantes activos, o sea, que contaríamos con algo así como 41 millones 593 mil 156 personas, lo que nos costará 18 mil 451 millones de pesos, o lo que es lo mismo cada voto costará 443 pesos con 60 centavos.
¿Quiénes no deberían votar? Pues aquellos que viven con una moralidad a la baja, y no me refiero a personas humildes, si no a personas que viven en la clandestinidad, personas que otorgan su voto por el hecho de que se les permita usar las vías públicas como mercados, a los que circulan sin tener sus vehículos en las mínimas condiciones de decoro y legalidad, a aquellas que abusan y tranzan, extorsionando a otros por su relación con funcionarios y poderosos; a los que roban y trafican.
Pero ¿Cómo los identificaríamos?, pues simplemente se lo dejaríamos al grupo formado por la misma sociedad, habitantes del barrio conocedores de los detalles de la vida en sus calles; en éste país tan acostumbrado al cuchicheo y al chisme, todos sabemos o por lo menos intuimos del pie con que cojean nuestros vecinos.
De ésta manera se le incluiría al ciudadano de manera más efectiva, ya que su participación le ayudaría a recibir estímulos fiscales o apoyo para proyectos.
Además de que el ahorro sería sustancial y se dejaría de tirar a la basura un capital que se podría utilizar en beneficio del pueblo y no entregarlo a los potentados de la comunicación, en un pueblo donde la educación es tan necesaria y la salud llega a un grito desesperado, un porcentaje de esa cantidad podría solucionar los problemas de un pueblo, de un barrio o una colonia.
“A que le tiras cuando sueñas mexicanos”.
J. M. Cabrera

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